martes, 26 de septiembre de 2006

[Opinión] El viento que agita la cebada

Imagino que Ken Loach quiere decirnos que el viento es ese grupo formado por Churchill, Lloyd, George y Birkenhead, entre otros, que con sus movimientos estratégicos agitaron a "la cebada" (el pequeño campesino irlandés) hacia un bando o hacia otro a su antojo, dividiendo el país cuando ya no tenían ningún interés en negarle la independencia. El director británico declaró que esto mismo puede suceder en Irak: cuando las fuerzas de ocupación se vean forzadas a abandonar el país los ciudadanos descubrirán que tienen intereses muy distintos, y estarán condenados a seguir matándose entre sí. Lástima que tan lúcidas palabras no vengan de boca de alguien que, además, sepa plasmar sus ideas mediante el lenguaje cinematográfico, pues es imposible encontrar en su última película, no ya esa loable capacidad para entender todas las guerras presentes y futuras como una repetición del pasado, sino un mínimo de esfuerzo, de solidez en la exposición de ideas, de poder de convicción. Desde el inico, junto a su guionista Paul Laverty, va sembrando inconsistencias a lo largo del film, sin ir más lejos, el protagonista ve como un viejo amigo es ejecutado por el ejército británico, pero mantiene la cabeza fría y sigue fiel a su decisión de emigrar por un trabajo mejor, sin embargo, en la estación de tren, a punto de partir, observa como el mismo ejército golpea a unos trabajadores que se niegan a obedecer, lo cual le hace cambiar de idea y alistarse en las filas rebeldes, ¿es lógico? en absoluto, porque en este incidente no hay ningún muerto y el personaje no conoce personalmente a los perjudicados, pero al narrador no le importa y a los espectadores más vale que tampoco.

No quiero decir con esto que, a sus 60 años, el director de títulos tan interesantes (a ratos) como Riff-Raff, Agenda oculta o Lloviendo piedras, haya perdido por completo sus nociones narrativas, pues hay en su último film algunos momentos que despiertan el interés por el oficio con el que son puestos en escena, tales como la preparación de los atentados y asaltos, o la escena de las ejecuciones a campo abierto; sin duda Ken Loach es un veterano que puede lograr grandes cosas sin despeinarse, pero esta falta de esfuerzo deviene una desgana tras la cual tales secuencias se van ensamblando con aburrida mecánica, en la sala de montaje no hay una idea clara sobre dónde cortar cada episodio y éstos se van sucediendo abruptamente. Algo no funciona en la política de los grandes festivales de cine, si es suficiente con tener cierto currículum para que se aplaudan estas cosas y encima te den el premio gordo en Cannes.

En aquel festival, el director animó "a todo el mundo a que vea sus lealtades en un plano horizontal, más allá de las fronteras nacionales, ésta no es una película acerca de ingleses que golpean irlandeses". Pasando por alto lo ridículo que es un artista que necesita el texto verbal para aleccionar a su público sobre cómo ha de percibir una obra, para lo cual debería ser suficiente el propio lenguaje artístico, he aquí la segunda gran diferencia entre el Ken Loach "ideólogo" y el cineasta, pues lejos de evitar el retrato de ingleses malos que golpean a irlandeses buenos, todos los soldados británicos son presentados como animales descerebrados, que ejecutan y torturan atrozmente, mientras que en los asaltos por parte del bonachón bando irlandés apenas hay sangre, ni siquiera cuando el bando se divide al final del film. Seguro que el jurado que otorgó la Palma de Oro a esta película en el pasado festival de Cannes escupiría una y mil veces contra el relato que se hizo de los japoneses en Pearl Harbour. Sin animo de defender el insoportable film de Michael Bay, sí que me gustaría valorar las películas desde un punto de vista cinematográfico, y no solamente por la cuestionable ideología de sus responsables.

'The Wind That Shakes the Barley' - Ken Loach - 2006 [ficha técnica]

1 comentario:

  1. Me gustó bastente la película, aunque es un poco lenta en algunas secuencias. Por supuesto peca de conceder unn cierto romanticismo a los miembros de la resistencia que cometen los atentados y que vemos como los héroes de una guerra injusta. Cosa que le han criticado en su país y que aunque aquí entendemos con mucha tranquilidad, al fin y al cabo el Imperio fue a una invasión.

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