sábado, 6 de enero de 2007

Babel

Hace un par de años buena parte de la prensa hablaba de ¡Olvídate de mí! como la mejor película de Charlie Kaufman y no de Michel Gondry, tras lo cual se repasaban sus guiones por encima de lo que hubieran hecho o dejado de hacer los realizadores encargados de materializarlos, como Spike Jonze, quien a finales de los noventa se nos vendió como geniecillo por un puñado de cronistas, si bien ya por aquellos años tampoco faltaron críticos mucho más aplicados que reconocieron en Como ser John Malkovich y en la posterior El ladrón de orquídeas dos estupendos guiones filmados por un realizador muy limitado. Me pregunto por qué a estas alturas nadie que haya aprendido la lección ha empezado a hablar de Babel como el nuevo guión de Guillermo Arriaga y no como la nueva película de Alejandro González Iñárritu, sobre todo cuando ésta está tanto o más cerca de Los tres entierros de Melquiades Estrada, un guión de Arriaga dirigido por Tommy Lee Jones (nótese que el actor debutó tras la cámara con este proyecto), que de cualquiera de las otras dos adaptaciones llevadas a cabo por el director mexicano. Éste, por otro lado, habla de Babel como la tercera película de una trilogía entre cuyas partes yo no encuentro ninguna relación temática, sino comercial, ya que tanto Babel como 21 Gramos son intentos del director por utilizar a su guionista para perpetuar la fama que el primero obtuvo gracias a Amores perros, en un momento en el que ambos parecieron encontrar un estado de gracia que hasta el momento no se ha vuelto a repetir. Véase en Babel el estilo nervioso del director y el innecesario número de planos que necesita para cada secuencia, o los tópicos introducidos en los diálogos en esos momentos en que los personajes hablan de algo importante ("Papá, no escuchas lo que te digo, mamá siempre lo hacía", o "¿Vas a volver a huir como hiciste cuando murió nuestro hijo?"), y compárese todo esto con el quehacer de director y guionista en el film con el que debutaron.

La publicidad nos dice que Babel habla de la globalización, quizás en un intento por resumir en una palabra o con una etiqueta la costumbre de los nuevos autores de introducir una colección infinita e inconexa de ideas en sus cocteleras, un lugar donde cabe desde la vida de un matrimonio burgués en fase de separación que vivirá momentos trágicos después de un accidente con armas de fuego, hasta un relato que va de lo familiar a lo político en Marruecos, pasando por una historia de inmigración, enfrentamientos culturales y policía de frontera, así como la historia de una joven sordomuda japonesa con momentos dignos del más tópico manga erótico para adolescentes, en el que no faltan ni el despertar sexual ni las faldas de colegiala. No se debe, por otro lado, buscar un sentido autoral en todo esto, no creo que el hecho de que un hombre de negocios japonés regale un rifle a un cazador africano tenga que ver con la globalización, los ricos han hecho viajes de placer a países pobres antes de que se acuñara este término, como tampoco significa nada que un atentado terrorista en Marruecos origine la deportación de una asistenta mexicana, sólo es una de esas historias de casualidades y efectos mariposa tan de moda en el cine actual -véase Crash (colisión), una película que comparte muchos de los defectos de Babel, donde la casualidad quiere que un grupo muy reducido de personas se cruce una y otra vez en una ciudad tan grande como Los Ángeles.

No obstante, existen momentos en los que Iñárritu aporta algo de personalidad al guión de su compañero, por ejemplo cuando los personajes se introducen en México, produciéndose un frenético montaje de imágenes con fondo de música latina, que no dura más de lo necesario y que sirve para fijar el punto de vista en los dos niños que viajan sin sus padres a un país extraño, un asombro que continuará por momentos durante la estancia de éstos en el país (cf. el momento en el que uno de ellos presencia la decapitación de una gallina), o la larga secuencia en la que los adolescentes japoneses participan en una sesión de alcohol y pastillas que culmina en una enorme discoteca, en una especie de homenaje de Iñárritu al mundo de la noche y a la cultura de los disc jockeys (un oficio que él mismo practicó), sabiendo captar perfectamente su tono malsano y juvenil, mucho mejor que todos esos célebres directores de videoclips. Por otro lado, Arriaga (o Iñárritu) no juega a marear el tiempo narrativo, lo que para mí supone un monumental engaño en 21 Gramos que sus artífices no repiten en Babel: aquí, las historias se solapan sin crear confusión ni, por tanto, ocultar el excaso interés de lo que se está contando.

'Babel' - Alejandro González Iñárritu - 2006 [ficha técnica]

1 comentario:


  1. Viajar con películas es sumergirse en escenarios visuales, mientras que los libros nos llevan a travesías mentales. Ambos son pasaportes a mundos nuevos, enriqueciendo nuestras aventuras personales.

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