sábado, 22 de noviembre de 2008

Sweeney Todd, El barbero diabólico de la calle Fleet

Aquellos críticos que, a finales de los ochenta, vieron en Tim Burton un gran talento creador lo hicieron conmovidos por su capacidad para mezclar el fantástico más gótico y oscuro con una manera muy inocente (casi ingenua) de trabajar, descendiente de la frescura creativa de cineastas como Roger Corman, gente que sobrevivía en la industria gracias a su habilidad para rendir al máximo con unos recursos muy reducidos. Tim Burton tributó en incontables ocasiones a la humildad de estos profesionales con los que se deleitó en su juventud, de hecho alguno de los hitos de su carrera están dedicados a los habituales del cine de terror de bajo presupuesto, ya fueran actores (como el homenaje a Vincent Price en el corto Vincent, considerado como el trabajo que sentó las bases de su estilo) o directores (Ed Wood, todavía su mejor película, fue un peculiar biopic del que es considerado como peor director de la historia del cine). Sin embargo, a medida que la fama y la edad han ido afectando a aquel joven creador, sus películas han ido aburguesándose, alejándose de la humildad que tanto predicó. Burton ahora trabaja a partir de ideas que prepara a conciencia para después desarrollar de forma fugaz en el set de rodaje. Apenas queda arte en el trabajo de Burton como realizador. Ya no necesita torturarse tras las cámaras para conseguir difíciles efectos a partir de recursos rudimentarios, porque ahora puede maquillar cualquier defecto en la fase de postproducción, sabedor de que dispone de una tecnología y unos presupuestos ilimitados. La planificación de sus tomas es, por ello, efectista y sus habituales actores hacen gala de un histrionismo que, a estas alturas, le es casi indisociable. Es significativo que La novia cadáver, único trabajo salvable en su filmografía reciente, resulte mucho más riguroso en su puesta en escena, mucho más "teatral", que el resto pese a estar protagonizado por una marioneta en lugar de por un Johnny Depp de carne y hueso (el maquillaje y la sobreactuación de este actor han terminado por ser algo que le acompaña incluso cuando trabaja con otros directores). El hecho de que Sweeney Todd sea un musical es sólo un paso más en esta filosofía: trabajar todavía más la preproducción escribiendo no sólo los diálogos y las situaciones sino también las partituras, y hacer que sus actores den un paso más en sus sobreactuaciones obligándoles a cantar.

La música en películas como Charlie y la fábrica de chocolate o Sweeney Todd también es una consecuencia de que el actual estilo de trabajo de Tim Burton se parezca peligrosamente a la fórmula que tantas sobrevaloraciones otorgó a los estudios Disney precisamente en uno de sus peores momentos, cuando sus productos habían perdido el encanto de los primeros largometrajes de la compañía pero todavía no habían aparecido John Lasseter y su equipo para salvarla de la crisis. Las historias de Disney eran por aquel entonces adaptaciones de cuentos clásicos, sazonadas por carísimas técnicas de animación y canciones por las que, sistemáticamente, ganaban un Oscar. Tim Burton también adapta un cuento en cada nueva película y si Sweeney Todd no parece apto para el público de La sirenita o La bella y la bestia ello no significa necesariamente que la mirada de Burton sea más adulta. Así, si bien uno de los (pocos) aspectos interesantes de Sweeney Todd es el hecho de que esté protagonizada por el macabro barbero y su despiadada acompañante, renunciando a una opción más amable como el pequeño Toby (Ed Sanders) o el enamoradizo Anthony (Jamie Campbell), Burton no consigue que nos identifiquemos con sus antihéroes, no nos transmite ningún mensaje y tampoco nos entretiene. Valga como ejemplo de esto último el momento en el que el cineasta parece perder el sentido del buen gusto y filma de forma repetitiva al protagonista degollando a su clientela: como el sexo en una película porno, el problema de estas escenas ya no es que hiera la sensibilidad de algunos espectadores por la naturalidad con la que son filmadas, sino que aburren por la manera mecánica en la que se suceden.

'Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street' - Tim Burton - 2007 [ficha técnica]

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